"Pero no avalamos el secuestro. Yo estuve secuestrado en Chile. ¿Cómo voy a avalar eso?."
El compañero Guillermo Teillier, Presidente del Partido Comunista de Chile, hizo está
declaración al derechista diario El Mercurio el domingo 6 de julio en referencia a las acciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y también a su encarcelamiento luego del golpe fascista de 1973 en Chile. Ratificó sus dichos en la edición del 11 de julio en el periódico El Siglo.
Dos graves conclusiones se desprenden de esta afirmación. La primera, es que sitúa el accionar operativo de las FARC al mismo nivel que la represión de la dictadura pinochetista.
La segunda, y más desconcertante se refiere a la relativización de las métodos de lucha aplicados en una situación concreta por una fuerza revolucionaria.
Veamos nuestra experiencia: A partir de 1980, con el inicio de la Política de Rebelión Popular de Masas, se abre una etapa completamente distinta en el enfrentamiento con la dictadura. A la lucha popular se le agregaban componentes imprescindibles que configuraron una política revolucionaria integral.
Un grueso contingente de comunistas fueron formados en el arte militar, armados política, ideológica y materialmente para el enfrentamiento decidido con el enemigo. Algunos eran antiguos militantes, otros muchos, los hijos recién paridos de esta Rebelión. Fue inspiración de multitudes, política que caló profundo, hasta hoy, en muestras vidas. Nos trajo un discurso nuevo, nos habló de dignidad, del uso de todas las formas de lucha, de la razón y la fuerza para vencer, de la desobediencia civil, la violencia aguda contra el enemigo de clase, de la perspectiva insurreccional. Es por eso que nos entregamos con convicción y decisión tratando de impulsar en cada frente social y político grados ascendentes de resistencia al régimen.
Con la aparición del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en diciembre del 83, las capacidades se multiplican, la crisis del régimen se acentúa, las fuerzas políticas antifascistas se rearticulan y el factor subjetivo tiende a hacernos pensar que se avecina una situación revolucionaria y que la posibilidad de una salida democrático-popular es un escenario posible.
Pero la PRP, su práctica concreta, se expresaba en la realidad. La violencia revolucionaria, fuera de la retórica, estuvo marcada por el dolor y la sangre; así lo vivimos muchos combatientes, lo asumimos y actuamos en consecuencia. En la lucha cotidiana, insertos en la protesta popular o en la acción audaz, enfrentamos y golpeamos al enemigo, de la misma forma en que fuimos golpeados, torturados y asesinados como fruto del terrorismo de estado. Siempre quisimos hacer más para terminar cuanto antes con la dictadura.
Después de todo esto, es inaceptable poner en tela de juicio el accionar combativo militar, con sus aciertos y errores, porque fueron las formas que consideramos necesarias en ese momento para fortalecer la organización y la lucha del Pueblo. Es sorprendente que sea precisamente el compañero Teillier, que según documentos públicos, era el responsable de la Comisión Militar del PC entre el 82 y el 86, de la cual dependía orgánica y operativamente el FPMR, quien haga este planteamiento. Y aunque no fuese el jefe militar, con orgullo, igual que cualquier comunista, debe reivindicar el conjunto, la totalidad de los resultados de la aplicación práctica de la PRP.
Necesitamos escuchar opiniones templadas de quienes eran nuestros líderes, de los que diseñaron y proyectaron la política; no queremos responsabilidades limitadas para unos y responsabilidad total para quienes ejecutamos las acciones combativas, es decir, los bombazos, los ajusticiamientos a militares y civiles fascistas, los asaltos, la propaganda armada, los secuestros.
Todos fuimos la Rebelión, todos hicimos todo, todos somos responsable de todo.
Porque ofende la memoria de los que no están para hablar. Porque humilla y condena a nuestros compañeros que estuvieron cumpliendo peligrosas y heroicas misiones que incluyeron los secuestros de Gonzalo Cruzat en abril del 84, de Sebastián Bertolone en diciembre del 84, del cabo Germán Obando en abril del 86 y del coronel Mario Haberle en agosto del 86. Nos duele el comandante
Braulio del FPMR, Fernando Larenas, participante de algunas de estas operaciones, posteriormente herido y hecho prisionero, hasta que es rescatado y puesto en libertad por una unidad rodriguista.
Renegar no es la solución a los desafíos políticos actuales. En nuestra memoria y en la práctica política estarán presentes los aprendizajes de aquellas rebeldías que del papel fueron capaces de saltar a la barricada.
Es probable que esta nota sea tratada como parte de la campaña anticomunista, pero lo cierto es que su intención profunda es luchar contra el desarme ideológico del que ha sido víctima la izquierda y el PC en estos últimos años.
"Pero no avalamos el secuestro. Yo estuve secuestrado en Chile. ¿Cómo voy a avalar eso?."
¿Cómo en una breve frase puede haber tanto oportunismo?
Compañero Teillier, hay muchos que esperamos sus respuestas.
Luis Guerra. Rodriguista
Francisco González. Rodriguista
Miguel Montecino. Rodriguista
Marcelo Osses. Rodriguista
Ricardo Contreras. Comunista
Alicia Juica. Rodriguista
Marco Riquelme. Rodriguista
Gerardo Atabales. Rodriguista
Roberto Sambra. Comunista
Renato Millas. Rodriguista
Luis Vega. Rodriguista
Francisco Peña. Rodriguista
Lautaro Cruz. Rodriguista
Alvaro Carrera, Rodriguista
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