Más de tres millones de personas no se inscribieron para sufragar al cierre de los registros electorales para los comicios de alcaldes y concejales de octubre próximo, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 30 años.
El Servicio Electoral informó que el padrón se mantiene virtualmente sin variaciones desde la elección anterior, realizada hace tres años.
De los 11,5 millones de chilenos mayores de 18 años, el padrón se aproxima a 8,2 millones de personas.
En Chile, la inscripción es voluntaria y el sufragio obligatorio.
Este problema no es nuevo y se ha constatado en cada elección a partir de 1990, cuando retornó la democracia tras el fin del régimen militar (1973-1990).
Sólo una bajísima proporción de jóvenes se registra y de este modo apenas se logra reemplazar a quienes fallecen.
Unas 30.000 personas se inscribieron para estos comicios, de los cuales la mitad correspondieron a cambios de domicilio.
En esta ocasión, los nuevos inscritos sólo suplirán, en parte, las 180.000 personas que por muerte fueron sacadas del padrón de 2005 a 2008.
Según cifras oficiales, entre las elecciones presidenciales de 1989 y las de 2005, la diferencia en el número de votantes no superó el medio punto porcentual, diferencia que fue a la baja pese a que la población creció 23 por ciento en ese lapso.
La causa fundamental de esta situación es la evidente marginación de los jóvenes y su consiguiente desinterés respecto de las autoridades, las decisiones públicas y también del régimen democrático.
En las últimas dos décadas, el padrón electoral ha envejecido y las personas menores de 30 años representan un magro 7,6 por ciento.
Durante ese período han muerto un millón y medio de personas inscritas en los registros electorales y los nuevos electores llegan sólo al millón, cifra insuficiente para renovar el registro de votantes.
Para el plebiscito de 1988 36 por ciento del padrón era menor de 30 años, sin embargo en los diez comicios que han transcurrido desde entonces (municipales, parlamentarios y presidenciales) dicha representación decayó.
En las elecciones presidenciales de 1999 el padrón de esta población bajó a 16,4 por ciento y en las municipales de 2004 a 8,9 por ciento.
Según los expertos todos los partidos de la coalición de gobierno y la oposición de derecha están comodísimos con el actual padrón, debido a que prácticamente no genera sorpresas electorales.
Los partidos Comunista, Humanista e Izquierda Cristiana, sin representación parlamentaria porque el sistema electoral no se lo permite, al favorecer sólo a los dos grandes bloques políticos, consideran que la exclusión política de los sectores populares es el motivo principal de la baja inscripción.
Hace varios años se discute en el Congreso un proyecto de ley que establece la inscripción automática en los registros electorales a partir de los 18 años y el voto voluntario, sin embargo el principal partido de la derecha, la Unión Demócrata Independiente, ha bloqueado su aprobación.
Chile goza de estabilidad política desde hace 18 años, pero la indiferencia de la juventud en los comicios debilita al sistema y a las instituciones democráticas y cada vez más la política se aleja de la realidad que vive la ciudadanía.
La interrogante pendiente es si la baja participación también se producirá en las elecciones legislativas y presidenciales de 2009.
El Servicio Electoral informó que el padrón se mantiene virtualmente sin variaciones desde la elección anterior, realizada hace tres años.
De los 11,5 millones de chilenos mayores de 18 años, el padrón se aproxima a 8,2 millones de personas.
En Chile, la inscripción es voluntaria y el sufragio obligatorio.
Este problema no es nuevo y se ha constatado en cada elección a partir de 1990, cuando retornó la democracia tras el fin del régimen militar (1973-1990).
Sólo una bajísima proporción de jóvenes se registra y de este modo apenas se logra reemplazar a quienes fallecen.
Unas 30.000 personas se inscribieron para estos comicios, de los cuales la mitad correspondieron a cambios de domicilio.
En esta ocasión, los nuevos inscritos sólo suplirán, en parte, las 180.000 personas que por muerte fueron sacadas del padrón de 2005 a 2008.
Según cifras oficiales, entre las elecciones presidenciales de 1989 y las de 2005, la diferencia en el número de votantes no superó el medio punto porcentual, diferencia que fue a la baja pese a que la población creció 23 por ciento en ese lapso.
La causa fundamental de esta situación es la evidente marginación de los jóvenes y su consiguiente desinterés respecto de las autoridades, las decisiones públicas y también del régimen democrático.
En las últimas dos décadas, el padrón electoral ha envejecido y las personas menores de 30 años representan un magro 7,6 por ciento.
Durante ese período han muerto un millón y medio de personas inscritas en los registros electorales y los nuevos electores llegan sólo al millón, cifra insuficiente para renovar el registro de votantes.
Para el plebiscito de 1988 36 por ciento del padrón era menor de 30 años, sin embargo en los diez comicios que han transcurrido desde entonces (municipales, parlamentarios y presidenciales) dicha representación decayó.
En las elecciones presidenciales de 1999 el padrón de esta población bajó a 16,4 por ciento y en las municipales de 2004 a 8,9 por ciento.
Según los expertos todos los partidos de la coalición de gobierno y la oposición de derecha están comodísimos con el actual padrón, debido a que prácticamente no genera sorpresas electorales.
Los partidos Comunista, Humanista e Izquierda Cristiana, sin representación parlamentaria porque el sistema electoral no se lo permite, al favorecer sólo a los dos grandes bloques políticos, consideran que la exclusión política de los sectores populares es el motivo principal de la baja inscripción.
Hace varios años se discute en el Congreso un proyecto de ley que establece la inscripción automática en los registros electorales a partir de los 18 años y el voto voluntario, sin embargo el principal partido de la derecha, la Unión Demócrata Independiente, ha bloqueado su aprobación.
Chile goza de estabilidad política desde hace 18 años, pero la indiferencia de la juventud en los comicios debilita al sistema y a las instituciones democráticas y cada vez más la política se aleja de la realidad que vive la ciudadanía.
La interrogante pendiente es si la baja participación también se producirá en las elecciones legislativas y presidenciales de 2009.
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